Tan hermosa es la tarde,
tan de cristal el cielo,
que en mi frente se aniña
la tristeza que llevo.
Raya un pájaro al aire
con su pico de fuego...
en mis manos, sus alas
me derrama un momento.
Los árboles, al fondo
de la luz, mudos, quietos,
dejan caer sus últimas
alhajas en silencio.
(Federico García Lorca)
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